Nos despedimos de los productos de invierno con una joya gastronómica que encontramos en nuestra zona, La Trufa Negra (Tuber Melanosporum).
Huesca todavía huele a trufa. Graus ha sido la capital oscense de ésta aromática trufa y se ha organizado un mercado a lo largo de toda la temporada. Hemos tenido la posibilidad de comprar al detalle y de probar la trufa en tapas hechas por los restaurantes de la comarca y de las comarcas vecinas.
Es un producto considerado un lujo gastronómico, pero la realidad es que se puede aprovechar muy bien, siendo así más accesible.
Primero pondremos las trufas en un tarro con huevos durante 3 o 4 días, no más ya que los huevos sudan y las trufas se echarían a perder. Como el huevo es poroso, el aroma de la trufa penetra y así podemos comernos unos huevos trufados bien ricos.
Recuperadas las trufas una la ponemos en un tarro con coñac para aromatizar nuestros guisos.
Otra trufa la rallaremos y la pondremos en un tarro con aceite. Meteremos el aceite en el congelador y como no llega a congelarse del todo podremos ir sacando con una cuchara para aliñar las hortalizas. También se puede aromatizar el aceite calentándolo junto con la trufa rallada sin que pase de 50 ºC. Dejando luego enfriar.
Y si aún nos sobra podemos conservarla envuelta en film en el congelador.
Bienvenida primavera!!!